
Anatomia para el diagnóstico radiológico
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“La aparente complejidad de la mente humana no es impedimento para construir una réplica de un cerebro”, afirma Henry Markram, científico líder de la investigación del Instituto de la Mente y el Cerebro de Suiza. “Estoy absolutamente convencido de que es técnica y biológicamente posible. La tecnología actual ya es enormemente sofisticada y nos permite copiar y reproducir la estructura del cerebro rápidamente”.
El cerebro es un órgano muy complejo que contiene billones de sinapsis, miles de millones de neuronas, millones de proteínas y miles de genes. Uno de los obstáculos en el camino hacia un modelo de cerebro humano es que, tras más de 100 años de investigaciones, nunca se ha explotado por completo el conocimiento que tenemos hasta el momento del órgano.
“El mayor reto es comprender cómo los patrones electromagnetoquímicos del cerebro se convierten en nuestra percepción de la realidad. Pensamos que vemos con los ojos pero, en realidad, la mayoría de lo que ‘vemos’ es una proyección generada por el cerebro. Así que ¿qué es lo que realmente estamos mirando cuando miramos algo que está ‘fuera’ de nosotros?”, explica Markram.
Durante los últimos 15 años el grupo de investigación suizo recopiló cientos de miles de pedacitos de datos para observar qué aspecto tiene un microcircuito del cerebro. “Cuando lo encendimos por primera vez, ya empezó a mostrar propiedades interesantes. Ahora sabemos que es posible construirlo. A medida que avanzamos, aprendemos cosas sobre los secretos del diseño de nuestro cerebro que antes eran inimaginables”.
De hecho, el cerebro emplea algunas reglas sencillas para resolver problemas enormemente complejos. “Por ejemplo, nos ha sorprendido encontrar unos sencillos principios de diseño que permiten que miles de millones de neuronas se conecten entre ellas. Creo que comprenderemos cómo funciona y está diseñado el cerebro antes de que terminemos de construirlo”, apunta Markram.
Las oportunidades que brinda este reto son inmensas. Tal y como indica el investigador, “A medida que la revolución industrial de la ciencia avance, generaremos más datos de los que cualquiera pueda rastrear o de los que cualquier ordenador pueda almacenar, así que la aparición de modelos que sean capaces de absorber todo eso es sencillamente inevitable”.
Otra de las posibles aplicaciones de estos modelos se centra en el tratamiento de las enfermedades cerebrales, que hoy en día afectan a unos 2.000 millones de personas en todo el mundo. “En la actualidad, no hay ninguna enfermedad cerebral en la que realmente comprendamos qué es lo que ha fallado en el procesamiento, los circuitos, las neuronas o las sinapsis. Con estos modelos podremos investigar el cerebro sin realizar millones de experimentos con animales cada año”, concluye Markram.
Fuente: SINC
ElMundo.es (por ÁNGELES LÓPEZ) martes, 30 de marzo de 2010
Son muchas las tradiciones relacionadas con la Semana Santa: estrenar algo el domingo de ramos, entregar ramas de palmas a los padrinos... Sin embargo, una de ellas, los huevos de Pascua, además de cumplir con lo que dicta la tradición, también puede aportarnos algo de salud. Según un estudio, la ingesta de pequeñas cantidades de chocolate (mejor negro que de otro color) está relacionada con una tensión arterial más baja y con menos riesgo de infartos y de ictus.
Seguro que los amantes del chocolate leen con una sonrisa en los labios los datos de esta investigación dirigida por el doctor Brian Buijsse, un epidemiólogo nutricionista del Instituto alemán de la Nutrición Humana, que respalda el efecto beneficioso de este alimento.
En la última década, diferentes estudios han registrado los efectos del chocolate en el organismo, sobre todo en lo relacionado con la salud cardiovascular. Sin embargo, los resultados han sido un tanto ambiguos: algunos apuntaban a un efecto positivo y otros señalaban que no se podía establecer un vínculo entre la ingesta de este dulce y un menor riesgo de enfermedades coronarias. Por este motivo es tan importante un trabajo como el desarrollado por los científicos alemanes, en el que se tuvieron en cuenta los hábitos de vida de casi 20.000 participantes, su tensión arterial, peso y aparición de enfermedades cardiovasculares a lo largo de una década.
Tras conocer el número de infartos de miocardio y de ictus producidos durante ese tiempo, los investigadores analizaron el tipo de alimentación que tuvo cada participante y la cantidad de chocolate que tomaban. Así, pudieron comprobar que aquellos que habían consumido unos 7,5 gramos al día tenía una tensión arterial más baja y un riesgo un 39% inferior de sufrir un episodio cardiovascular que aquellos que habían ingerido sólo 1,7 gramos al día. Esa diferencia, alrededor de 6 gramos, equivale a lo que sería una onza de una tableta de chocolate.
El responsable del efecto positivo que ejerce este dulce sobre la salud cardiovascular parece ser su contenido en flavonoides. "Esta sustancia mejora la biodisponibilidad del óxido nítrico [un potente vasodilatador] por las células presentes en la pared de los vasos sanguíneos (células endoteliales). El óxido nítrico es un gas que, una vez liberado, genera un ensanchamiento y relajación de las células endoteliales; esto podría contribuir a una menor tensión arterial. Además, mejora la función plaquetaria, produce que las coronarias estén menos viscosas y hace que el tejido endotelial sea menos atractivo para ser atacado por los linfocitos", explica el doctor Buijsse. Todos estos motivos, y no sólo una reducción en la tensión arterial, pueden explicar el hecho de que los participantes que tomaron 6 gramos más de chocolate sufrieran menos accidentes cerebrovasculares.
Negro y en poca cantidad
Pero antes de que los 'chocolate adictos' se lancen a consumir sin ningún límite su más preciado objeto de deseo, Buijsse advierte: "la ingesta de pequeñas cantidades de chocolate puede ayudar a prevenir la enfermedad cardiovascular, pero sólo si sustituye a otro tipo de alimentos energéticos, como los 'snack' o golosinas, para intentar mantener el peso a raya".
Y otra recomendación que hace Buijsse es que nos decantemos siempre por el chocolate negro. Sin embargo, no todos los consumidores prefieren la más oscura de las tabletas. Según el análisis de un subgrupo de los participantes (1.568) de este estudio, un 57% prefiere el chocolate con leche, un 24% el negro y un 2% el blanco. "El chocolate con leche contiene menos cacao y por lo tanto menos flavonoides que el negro", explican estos investigadores.
Finalmente, el especialista Frank Ruschitzka, profesor de cardiología y director de la Unidad de Fallo cardiaco y Trasplantes del Hospital Universitario de Zurich, Suiza, explica en un editorial de la misma revista que "la ciencia básica ha demostrado convincentemente que particularmente el chocolate negro, el que contiene la menos un 70% de cacao, reduce el estrés oxidativo y mejora la función vascular y plaquetaria. Sin embargo, antes de lanzarse a añadir a nuestra dieta este dulce, debemos ser conscientes de que una tableta de 100 gramos contiene unas 500 calorías. Por este motivo, debemos eliminar una cantidad equivalente de calorías, descartando otros alimentos, para que no engordemos".
Así que ya sabe, si quiere mantener las tradiciones y al mismo tiempo beneficiar su salud elija un huevo de Pascua no muy grande y, a ser posible, de chocolate negro. Sus arterias se lo agradecerán.
JANO.es
Martes, 30 de marzo de 2010
El método, utilizado en un modelo animal, reduce la formación de nuevas metástasis en un 80% de los casos.
Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge (Estados Unidos) han desarrollado en un modelo de ratón de la enfermedad un nuevo tipo de terapia que evita que se expanda la metástasis del cáncer de mama. Los resultados del estudio se publican en la edición digital de la revista Nature Biotechnology.
Aunque es necesario investigar la seguridad y eficacia de esta terapia antes en pruebas en humanos, el estudio proporciona una prueba de principio de que algún día podría ser beneficiosa para tratar el cáncer de mama.
La metástasis es la responsable de la gran mayoría de muertes asociadas al cáncer, pero varios factores han entorpecido el desarrollo de terapias para los pacientes con estos tumores secundarios.
Uno de los problemas ha sido el insuficiente conocimiento de los mecanismos moleculares que participan en la invasión y progresión del cáncer, además de la carencia de dianas para la intervención terapéutica.
Recientemente el foco se ha centrado en una clase de moléculas de ácidos nucléicos, llamadas microARN, que son importantes para controlar la expresión de los genes en las células normales, pero que también están implicados en el desarrollo y progresión de la enfermedad.
Algunos microARN son reguladores clave de la formación de la metástasis. Además, se ha descrito un nuevo tipo de fármacos llamados antagomires, que son moléculas de ácidos nucléicos capaces de unirse a la secuencia de microARN complementaria, y que se dirigen a microARN celulares específicos para destruirlos.
Los científicos, dirigidos por Robert Weinberg, muestran ahora la posibilidad de utilizar antagomires en el tratamiento de la metástasis del cáncer. Al inhibir los microARN prometastásicos con antagomires inyectados por vía intravenosa, los científicos evitaron que se produjeran nuevas metástasis de tumores de mama agresivos en ratones.
Su terapia con antagomires no tiene efecto sobre el crecimiento del tumor primario o la metástasis ya establecida, pero reduce la formación de nuevas metástasis en un 80% de los casos.
Fuente: http://www.diariosalud.net/content/view/18767/413/
El Médico Interactivo lunes, 29 de marzo de 2010
La artritis reumatoide es considerada un trastorno autoinmune estimulado por la hiperactividad de las células T convencionales que combaten las infecciones, el cáncer y otras enfermedades
Investigadores del Centro Médico Langone y la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York en Estados Unidos han identificado una posible diana farmacológica para el tratamiento de la artritis reumatoide. Su descubrimiento se publica en 'Science Express', la edición digital de la revista 'Science'. Los investigadores revelan en su estudio cómo tratar la enfermedad con un fármaco en experimentación que detiene la inflamación al controlar una determinada enzima.
Los componentes del sistema inmune conocidos como células T reguladoras contrarrestan la tendencia de las célula T convencionales al activarse en exceso y mantener así la inflamación bajo control. Estas células T reguladoras ejercen su influencia al comunicarse con otras partes del sistema inmune.
Los investigadores descubrieron que una enzima llamada proteína quinasa C theta se encuentra sólo parcialmente activada en las células T reguladoras. Cuando las células reguladoras se encuentran más activas, la mayor parte de la enzima se queda fuera del área de comunicación celular.
Según explica Michael Dustin, del Centro Médico Langone y coautor del estudio, en las células T convencionales esta enzima suele moverse al área donde las células entran en contacto pero en las células T reguladoras se encuentra los más alejada posible. Por ello, los investigadores comenzaron a evaluar inhibidores de esta enzima, incluyendo una molécula conocida como Componente 20 que ha sido desarrollada por la compañía farmacéutica Boehringer Ingelheim.
Los resultados mostraron que el Componente 20 fomentó la actividad normal de las células T reguladoras en alrededor de cinco veces. Los autores descubrieron que el bloqueo específico de la actividad de la enzima aumentaba la tendencia natural de las células T reguladoras de mantenerse fuera de los canales de comunicación. Por ello, el componente aumentó la actividad antiinflamatoria de las células reguladoras.
En la artritis reumatoide, tanto la aparición anormal de las células T que combaten la infección o la caída en la actividad de las células que combaten la inflamación, o ambas, podría provocar que el sistema inmune atacara las tejidos de las articulaciones. Los investigadores confirmaron las evidencias previas de este vínculo al examinar la sangre de 25 pacientes con varios grados de artritis reumatoide.
Según explican los autores, lo que el estudio pudo mostrar es que la población de células T reguladoras en los pacientes de artritis reumatoide es anormalmente baja en funcionamiento y que cuanto más enfermos están, más reducido se encuentra este funcionamiento celular.
Las células reguladoras defectuosas de estos pacientes fueron 'revividas' en tejidos cultivados en laboratorio con este inhibidor de la enzima. "Pudimos devolverles su nivel normal de actividad, tal y como se observa en un individuo sano", señala Dustin.
Los investigadores también evaluaron el Componente 20 inhibidor en una versión de modelo experimental de la enfermedad de Crohn, un trastorno caracterizado por la inflamación intestinal.
Cuando los autores trataron las células T reguladoras con el inhibidor de la enzima y las inyectaron luego en los ratones, su actividad antiinflamatoria subió tanto que protegieron a los animales de la enfermedad, incluso aunque las células se veían superadas en una proporción de cuatro a una por las otras proinflamatorias.
Los investigadores plantean que si se pudiera restablecer el funcionamiento normal de las células reguladoras T se podría restablecer su capacidad para suprimir el proceso inflamatorio y prevenir la destrucción anormal de las articulaciones que se produce en los pacientes con artritis reumatoide.
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